No aprieta este nudo. No siento aire en mi voz.
Hablo y no oigo mis palabras. Sólo veo una luz
Talla tu espada en el costado, hermoso amado. Arde tu sangre.
Siento su hilo correr desde mi hombro. ¿Es roja?
¿Aún es sangre?
Una llama, una corriente, un arroyo delicado calienta mi
pecho.
Hermoso y amado amigo, ¿te veré en el descenso?
¿Cruzaremos en la barca de ébano las aguas
finales?
Y allá en las honduras, ¿tendrá ojos
mi padre?
¿O al menos podrá ver con la luz de sus cuencas
vacías?
Y mi madre y hermana y abuela, ¿tendrá voz
o aún los nudos del amargo dogal ciegan el aire a
su garganta?
Y mi hermano desterrado,
¿aún viajará por los cielos en los
picos de las aves alígeras?
Y aún así, ¿también él
vendrá por algún recodo del oscuro descenso?
Y mi otro vengativo y codicioso hermano, ¿habrá
cruzado ya las negras aguas?
Allá, arriba, ignorante y temerosa, la ciudad espera.
Hermana mía, presiento el saqueo de los ejércitos
extranjeros,
les oigo en mi mente acercarse vengativos, epígonos
de sus capitanes muertos.
Veo el hierro, la candela, el fragor, la desnudez bajo la
espada. Y tu frágil peplo
desgarrado.
A la hora que lleguen, ¿podrás huir, hermana
mía? ¿Huirás?
Acaso el anciano vidente advierta en el graznar enloquecido
de los pájaros
los incendios que se acercan y lleve la ciudad por los caminos
de huída.
Y tú vayas con él.
Entonces lleva contigo las cenizas amadas. Haznos altares
en los caminos,
y en las ciudades hospitalarias que te acojan, canta, danza,
liba y pon piedra
sobre piedra.
Ay hermana ¿acaso te rapten en el camino?
¿acaso seas esclava de un tosco militar?
Ismene, hermana mía,
cabeza de mi sangre,
mi pequeña
hermana,
oigo voces,
voces.
a Carolina Torres y Sindy Garzon,
Patricia Díaz, Aura Bastidas y Ángela Triana,
Antígonas Actrices.