Sé que la noche vendrá,
pura y profunda,
e irá cubriendo cada átomo de mi carne
y un día, al fin, seré del todo sombra.
Sombra de espesas frondas de acacia o de samán
que invita al caminante a disfrutar el fresco aroma del
jardín.
O agua que desciende sonora en el arroyo y sacia tu sed
y la del bello e inocente animal.
Yo sé que quedamente,
sin siquiera el sordo ruido
de una hierba que se quiebra
o el más leve de la gota de rocío,
vendrá la noche con su rumor sereno,
luna nueva con su cielo de estrellas,
e irán con ella este barro de sombras,
y esa voz
y esa voz.