| Haz de mi vida un mundo de senderos
ondulantes, un paraíso cubierto de hiedras y otras malezas;
también ese horizonte donde renacen aquellos elefantes
vestidos con olores putrefactos.
Convierte el ruido de mi silencio en un profundo huracán
de gritos despertados al borde de la muerte, donde me llevas
de la mano hacia los oscuros bosques de aquellas hienas hambrientas;
que son tus estúpidas intrigas.
Déjame tejiendo tus dispersos enojos y otras tonterías
para hacer un diagrama de un pasado que hemos guardado en
el vuelo de la lluvia, aquella que nunca baño esa aurora
nuestra.
Haz de mi incertidumbre una fuente de alegrías nuevas
y llévame al umbral de la noche para dibujar en tu
mirada otros rayos solares que iluminen, la oscuridad de tus
intrigas.
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