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Su aroma me dejó sin pensamientos,
de negro azabache su color y su ligero vaho se levantó
con la lentitud que provoca su presencia.
Frente a ella, aún con la duda de una noche desvelada
y con el cansancio pegado en mis ojos, me transporta con su
primer beso como una ave que descubre la oscuridad de la tarde.
La llevó tan despacio como me es posible a mis labios
desesperados, igual a un loco buscando saciar en su aroma
más oscuro, su propia vida.
No puedo dejar de mirarla de rato en rato, trato de imaginarme
su verde metamorfosis sufrida antes de estar entre mis manos
que buscan en su aroma y sabor, ese despertar para empezar
la vida junto al mundo que nos espera.
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