No es el pulmón la cara norte
del pico más alto. No es
el arduo rastro entre
dos puntos lejanos. No es
siquiera el compás soñado
de la carrera previa que
viste un salto, ni el encarnado
atardecer del mes de mayo.
No es un motor inhumano.
No es el hígado la suerte
de la última copa, ni
el rostro insolente de
la demora. No es la tinta
roja derramada por la
pluma de extraña forma, ni
es la fiesta de la derrota.
No es un gota a gota de
unos labios que ya no mojan.
No es un órgano la voz triste
del cambio, ni un viejo que se
duele de sabio. No es la
fecha marcada en el seno
del calendario, ni siquiera
se viste de pena ni agravio.
No es que no sepa nadie lo que
es guardar el valor de ofrecer
lo que no es a un extraño.
A pesar de todo, donar
lo que no es, es complicado.