SIN QUE TU LO SEPAS
Casi todas las noches,
sin que tu lo sepas,
acostumbro a recostar mi cabeza
sobre tu pecho.
Y es ahí,
en tu respiración acompasada,
donde percibo de veras
la energía de la tierra en toda su intensidad.
Porque puedes estar segura
que jamás sentí nada parecido
al manosear curso tras curso
el ajado globo terráqueo
de mis días de colegio.
En ti está el magma;
en ti los impetuosos choques
de las placas tectónicas;
en ti el discurrir
de milenarias corrientes subterráneas.
Luego, cada amanecer,
me retiro de tu lado
para evitar que la luz
de tus ojos recién abiertos
ilumine mis sombras;
para impedir que esa misma luz de verdad
termine por mostrar
mis muchas y oscuras mentiras.
ENGANCHADOS
Recuerdo que en los peligrosos años 80
yo tenía a más de un amigo enganchado.
A estos amigos, algunas veces,
-mitad por ingenuidad, mitad por compasión-
los bajaba en mi Renault 5 a pillar a La Felguera.
Al día de hoy, lastrado por la hipoteca,
ahora que menos tenía que gastar,
soy yo el que baja a pillar a la cuenca.
Mi camello
es un librero
Mi droga cualquier libro de poemas.
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