SIEMBRA
Hace tiempo que no escribo poemas
con fondo de violín.
Todos me salen entre ecos
de maquinaria parada;
de fábricas y minas cerradas
donde lo bueno ahora es malo
y viceversa.
Donde algunos viejos, por no molestar,
se atrofian al sol
como pieles de cuero a curtir
que mañana serán zapatos o chupas.
También los hay
que se doctoran en miserias ajenas;
que se buscan la vida
en charcas sin vida en la que los croares de las ranas
suenan a reproches y despedidas.
De entre todos esos destacaba uno
que era listo como el hambre
y embaucador como un demonio necesitado.
A ese, la
gente del barrio
le llamaba la Mala Semilla,
porque cuando le traía el viento,
dejaba el parque sembrado de yonquis.
REVOLUCIÓN
En mi tierra,
los de mi generación,
vivimos una reconversión.
Y años después, una brutal recesión
que parió una crisis
que nos devoró vivos.
Por eso, ahora,
pienso que ya nos toca
vivir una revolución
-de palabras, pero revolución-.
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