|
Quizá
el espíritu no dote de sentido
ni aquel orfebre diseñe tus pecados.
No creas que tu vuelo pudo ahogar
en tanto aire, todo lo que lloramos.
En esta oscuridad, aún sigo vivo.
Espérame, aún no sigo tus pasos.
No dejes que camine hacia el abismo
sin que antes recuerde mi naufragio.
Buscando ese silencio que no llega
me dejarás dormir, en esta infancia
lánguida de fe y expectativa.
¿Me soñarás despierto en cada página?
Por eso, no pronuncies aquel nombre
ni te permitas dejar atrás su sombra.
¿Desde cuándo la vida es sólo piel?
¿Por qué en la espina casi no quedan rosas?
|