¿Cómo preguntarse en la caducidad del día
si valió la pena su paso?
A veces puedes atravesar al viento
puedes iluminar sombras
juntar arenas de tristezas
o puedes columpiarte en la risa de tus hijos
y dejar al tiempo sus mendrugos
Las cosas y los brillos
tienen fecha de caducidad..
Esperamos un compás
un velamen que nos brinde respiro
la atosigada y herbosa liana que guarda en su tejido a la
grasa de miles de manos que nos haga caminar lejos de la
ausencia infinita
pero todo tiene fecha de caducidad...
todo es como un naipe arrugado y breve que pasa de mano
en mano
tan conocido como un sillón de casa con sus resortes
gastados y protuberancias acomodaticias
A veces
somos descreídos y el dedo silencioso nos conmina
a señalar
aunque también se vuelve contra nosotros y señala
el terror del desamparo
al temblor breve
a la caricia olvidada...
con el ojo absorto en el socavón
con las azucenas regadas en la garganta ... ahogándonos....
con el camino perdido en las bocas del mar
todo indefectiblemente ...
tiene fecha de caducidad...
incluso lo que una vez creímos a pie juntillas
incluso nuestros sueños más profundos
incluso lo eterno...
incluso el amor....