LAS
LEYES DE MI PROPIA NATURALEZA
No más religiosos abordando mi puerta,
ni curas saltando de bruces en la política,
ni a los policías creyendo en su fuerza.
Hasta nunca profesores de los escritorios
y poetas de la mentira!
Creo en las cosas simples pues de ellas me construyo;
declaro la libertad de las botillerías,
el pan redondo en las bocas vivas,
los cigarrillos inundando con su total humo.
Aquí desde mi propia montaña,
aquí subido en mi cumbre de carne y genio,
entro en las librerías preguntando por mi nombre;
es que me encantan los sillones y verme allí coronado,
me envuelven las copas de día y madrugada,
los zapatos nuevos cuidados por lustrabotas,
los relojes que no muestran la hora, sino la vida,
los cuadernos repletos de letras y sueños.
Es que hoy, desde aquí,
declaro las leyes de mi propia naturaleza,
los amores y las antipatías,
los placeres y los amargos tragos matutinos,
las risas que se fueron y el pasado que retorna,
pues soy tan bestia y humano cada día.
Me devoro los libros, mujeres, música, flores y
adoro a mi madre como a las leyendas de mis versos.
Entonces, ahora, que lees esto en mi puerta,
nunca más antipáticos o predicadores de los imbéciles!
Tengo todo el derecho a ser poeta,
poeta de mis inagotables versos noche a noche. |