Al frente, en las dos primeras filas se habían sentado los
estudiantes más mayores. Pronto ella comprendió que ellos
se habían colocado así intencionadamente. Probablemente se
habían enterado que venía una persona recién graduada de la
Universidad. Camelia era menor que algunos de sus estudiantes,
no solo porque ella comenzó la escuela a los cinco años y
medio, sino también porque había muchos estudiantes que debían
ir al ejército antes de comenzar la Universidad. Rubia, esbelta,
con figura de muñeca, grandes ojos negros y boca pequeña,
Camelia sabía que siempre aparentaba mucho más joven de la
edad que tenía. Durante el invierno había encontrado la solución
a este problema: Ella vestía con ropa nueva, un tres cuartos
de nutria negra y un sombrero de zorro polar. El curso lo
llevó a cabo durante el segundo semestre del segundo año académico.
Durante el seminario, ella descubrió que los consejos de su
profesor coordinador el Sr. Toia le habían sido útiles. Él
le había dicho que debía retener los resultados parciales
y finales de los cálculos de los problemas abordados durante
el seminario coordinado, con el fin de comprobar la exactitud
de sus resoluciones. De esta manera ella ahorraría tiempo
y vería si cualquier estudiante había cometido algún error
en la tabla. Sabía que solo eligen al mejor de esta especialización,
no para ocupar un lugar olvidado de la mano de Dios, porque
la distribución en el gobierno era buena, tras finalizar la
universidad, la mayoría encontraban un puesto de trabajo en
la comarca. Tal vez a hurtadillas y un poco recelosos, como
había uno en el fondo de la sala que la miraba de forma impertinente.
Camelia hizo como que no le veía y que el tiempo se realizara
en las mejores condiciones. Nadie como él tenía ninguna posibilidad
de terminar la universidad, si no vas a aprender en serio
y saber si sus capacidades intelectuales plantearon satisfacer
las altas necesidades académicas. El curso estaba llegando
a su fin, y algunos de los estudiantes que habían permanecido
durante este le habían hecho algunas preguntas. Camelia estaba
segura de sus conocimientos. ¿Ellos pensaron que ella no respondería
a las preguntas porque se bloquearía? -pensó ella. El Profesor
Sr. Toia le había advertido al respecto. Comprobar el cuaderno
para los estudiantes que iba a publicar el Sr. Toia por lo
que tenía que ir a casa del profesor, donde estaba su madre,
tal y como se había dado cuenta. - Me encantaría una novia
como usted para mi hijo -le dijo ella a Camelia- pero es treinta
años mayor que usted. Pero si usted lo desea… Camelia no respondió,
como si no se le hubiera preguntado. Parecía una pregunta
retórica. El profesor siempre era muy nervioso y hacía crisis.
Pero Camelia era una persona alegre y pacífica. El curso se
llevo a cabo en el segundo semestre de segundo curso, dado
que era necesario ir al centro donde tenía una oficina, junto
al profesor y los demás asistentes que tenía, como una distribución
doble del gobierno, en educación e investigación, pero que
terminó con la medía máxima, entre los primeros de la universidad.
El sol proyectaba sus rayos juguetones, esparcidos entre las
ramas de los árboles, cuando Camelia entró en el centro de
la Universidad. Era un edificio viejo, siempre oscuro, le
dio la sensación de que penetraba en otro periodo histórico
y sus pensamientos volaron de forma involuntaria hacia otras
épocas. El contacto con el presente, sin embargo, fue tan
rápido que Camelia tuvo la sensación que despertó de un sueño.
- ¡Servus! Exclamó Camelia con satisfacción, mientras abría
la puerta de una de las salas de laboratorio llena de computadoras
y aparatos electrónicos. - ¡Te beso las manos! respondió el
joven, delgado y moreno que estaba en la habitación. -¡Aaaahhhhh!
Exclamó Crina riendo ahora. Ahora cuando yo había conseguido
diciéndole "Servus". ¡ usted responde con "Te beso las manos
!" . Gigi fue recientemente asistente de Camelia en la Universidad
y esto se debió al hecho que ella siempre daba la bienvenida
a todos los profesores. Era difícil acostumbrarse a ellos,
le dijo a modo de saludo como Brasov ¡"Servus"!. Era más difícil
con el asistente, Sr. Mihai, que era una figura imponente
de más de 1.90 m. Desde el compartimento delantero, apareció
un hombre adulto, con elementos rústicos y rodeaba su cabeza
una corona de pelo negro y rizado, vestido con un traje elegante.
Era el Profesor Paparnita, el Jefe de Departamento. Cuando
lo veía, Camelia siempre pensaba en el traje de campesino
de Oas de donde era él, el cual le era más adecuado y podía
imaginarlo sin esfuerzo, sonreía mientras lo imaginaba. Ella
pensaba si él lo sabría. -¿Quiere un poco de té? Aquí hay
una taza sin dueño, dijo el profesor en voz baja. Camelia
aceptó, pero no necesariamente por el té, aunque el ritual
del té fue un momento único. Era como una aceptación dentro
del grupo. El profesor se hallaba distendido con ella y otros
compañeros en la sala con él y sus dos asistentes, Gigi y
Mihai. El profesor tenía una mampara de pie de separación
cerca de las ventanas laterales con una puerta francesa, al
entrar había una secretaria de aproximadamente 35 años, delgada,
con la piel seca y arrugada, el pelo rojo, que estaba en constante
estado de efervescencia contrastando con las otras personas
más tranquilas. - Sólo sin azúcar, así podrá disfrutar del
sabor del té. Como aprendí cuando estuve en Francia- explicaba
Doru, uno de los ingenieros investigadores. En efecto, el
té de rosa de mosqueta, tenía otro sabor sin azúcar en la
bebida. Camelia tenía el hábito de tomar el té de esa forma.
El café se convirtió en un lujo en aquella época y solo se
encontraba si se tenían ciertas relaciones, así que el té
de rosa de mosqueta lo sustituyó con éxito. Y de todas formas
era preferible a "nechezol". Camelia ocupó pronto uno de los
ordenadores y comenzó a trabajar. No había una pausa preestablecida
por nadie, pero después de las diez, las personas que completaban
sus actividades propuestas, salían a la famosa calle de la
República donde servían café o pasteles. Camelia había tomado
el hábito de ir a la cafetería donde se podía tomar un café
durante el descanso, a veces comer una empanada con queso.
Una vez se tomó una empanada con repollo porque su antiguo
profesor y ahora colega Mihai le pidió que comprara unas empanadas
con col para él. Pero fue la primera y la última vez, después
del primer bocado sintió algo duro en los dientes, como metal.
Ella sacó con la mano una hermosa espiral de metal extraída
de un estropajo de metal para limpiar los platos, pero no
se lo dijo a su colega, para no quitarle su apetito, desde
entonces nunca había tratado de comer empanadas de col. En
la cabina entró Razvan, como cada día, para dar instrucciones
a los estudiantes del último grado para sus proyectos. A continuación
recibió la visita del profesor Papornita. A las diez, cuando
ella salió, normalmente para el descanso se encontraba con
Razvan en la pausa de la Universidad. - ¡Tomamos un café en
"ARO"? -le preguntó él. "ARO" era el lugar más caro y lujoso
de Brasov. Por lo general solo era frecuentado por los extranjeros.
Camelia sola no habría ido allí. Solo fue a "ARO" con su ex
marido. - Y… ¿Cómo has llegado hasta aquí? -preguntó el hombre
perforándola con curiosidad con la mirada. No podía comparar
a Razvan con su ex marido. Era pequeño de estatura, Camelia
comparó su peinado con un corte de pelo de monje franciscano.
Su ex marido se parecía a Antonio Banderas. Era alto con una
estructura deportiva y el pelo negro ondulado. Cuando ellos
iban por la calle o a un evento, todo el mundo los miraba
con envidia creyendo que era una pareja ideal, feliz. -Estoy
en la distribución dual final de la Universidad. Terminé la
facultad entre los primeros -dijo Camelia. -Estuve en el Colegio
"Johannes Honterus" y en la Facultad de Informática de la
Universidad de Cluj-Napoca. Tenía una distribución como profesor,
después tuve la oportunidad de venir aquí. Trabajo con Dan,
el ingeniero electrónico en el grupo de procesamiento de imagen.
Realicé el doctorado con Solomon Marcus. - Podría realizar
el doctorado, pero mi profesor coordinador dice que debo esperar
-dijo Camelia. Hay muy pocos lugares para los PhD. Tiene que
hacer algo nuevo e inusual en su campo. Al inscribirse es
necesario destacar los logros originales, publicar muchos
artículos científicos y tengo muchísimo trabajo. Quiero seguir
con matemáticas como una segunda carrera, todos mis compañeros
de colegio creen que es la facultad donde quiero ir. Yo he
sido olímpica en matemáticas, La mejor en matemáticas y física.
Hicimos trece horas de matemáticas por semana, más las horas
en sábado en los círculos preparatorios para las Olimpiadas
de matemáticas en la ciudad y el condado. Mi madre quería
que fuera ingeniero como mi padre, que estudió en la Facultad
de Electrónica. Mi padre tenía tres veces más salario que
mi madre más bonos por horas extras y como profesor en la
universidad y en el colegio. Mi madre terminó la Universidad
en Bucarest y eligió distribución en Brasov, en educación
y mi padre eligió los Ferrocarriles Regionales en Brasov,
a pesar de que quería quedarse en Bucarest, porque era de
allí. - Mi padre está en Bucarest -dijo Razvan. Pero mis padres
están divorciados. - Debo volver a la universidad -dijo Camelia.
Al salir de la universidad un joven salía de una floristería
con un ramo de rosas rojas y le dijo: - Por favor, tenga el
placer de recibir estas flores, y se las entregó. Camelia
quedó perpleja al recibir las flores. No era uno de sus estudiantes.
Durante el camino de vuelta a casa, en el autobús, Camelia
observó a su ex marido, lo había visto en la estación e iba
tras ella, no era la primera vez que iba a su acecho. En los
días siguientes, sabía que tomaba su descanso, Razvan iba
pronto con ella. - ¿Qué te gustaría estudiar más? -le preguntó
Razvan. - Es difícil de decir, a los cuatro años ya sabía
leer y escribir y hacía "poemas", Mi abuelo me enseño. ¡"Escríbeme
un poema"! - me dijo una vez en broma mi tío, un investigador
de un instituto de Bucarest. "Ahora no tengo inspiración"
-le contesté yo muy seriamente. Mi tío permaneció inmóvil.
Se preguntó ¿Cómo una niña tan pequeña sabía de inspiración?
Para mí, sin embargo, era muy simple. Mi abuelo me hablo de
los poetas, los escritores, la literatura rumana y universal,
sobre su trabajo. Me habló de "Calligrammes! De Apolinaire,
de Voltaire, Jean Jacques Rousseau, Byron, Tolstoi y otros
muchos. Pero del que más me habló fue de Eminescu. Me habló
de su vida, me recitó sus poemas y comentamos sus pomas, me
explicó los aspectos críticos de George Calinescu -continuó
Camelia. -¿Tú leías mucho, no es así?-dijo Razvan. - Si, hasta
que fui a la escuela había leído casi todo los libros de la
casa, que eran muchos, casi todos los autores de la literatura
clásica. Entre ellos un "Larousse" de 1800 y las "obras" de
Corneille y Racine, el libro francés publicado en torno a
1800. Mi abuelo me hablaba de las obras de arte, de las vidas
de los pintores y escultores. Tuve algunos libros de esta
materia en casa, a cerca de Rodin, Rafael, pero, sin embargo,
lo que más me impresionó fue los sacrificios hechos por los
investigadores en nombre de la ciencia, contando en un libro
su vida y los descubrimientos que habían realizado. Creo que
estas personas sirvieron como modelo durante toda mi vida
-dijo Camelia, con el riesgo de convertirse en una idealista.
En el aula donde yo trabajo siempre lo hago con gusto realizando
ejercicios y problemas de matemáticas de los compendios sin
obligación por parte de nadie. Mi madre tenía una suscripción
a la "
Mathematical
Gazette", y había resueltos los problemas contenidos
en ella llegando a publicar mi nombre como solucionadora de
los problemas, pero para obtener la puntuación de resolver
los problemas era necesario estar en sexto curso. Yo había
aprendido "geometría" en sexto curso porqué mi madre había
traído un manual a casa de la escuela. De hecho, siempre fui
la mejor de la clase en matemáticas, primero en la escuela
y después especialmente en la universidad. En los exámenes
en matemáticas obtenía las mejores notas sin esfuerzo, mientras
que casi todos mis compañeros realizaban tres o cuatro veces
los exámenes para obtener un cinco para aprobar.
En uno de
los seminarios, el profesor de álgebra diferencial que daba
conferencias en la Sorbona dijo: "
Eres
demasiado buena en comparación con los demás, pudiendo salir
a dar un paseo mientras tus compañeros realizan y entregan
el examen. Tienes un diez, ¡enhorabuena!". Realizamos
el seminario de "ALGAED" con él. En todos los cursos que yo
asistía siempre resolvía los problemas y ejercicios. - Creo
que la conozco- dijo Razvan a Camelia- ¿Está ahora en la universidad?
Camelia iba de camino con el profesor Nadrag, el jefe del
Departamento de Electrónica. - Vamos a tener pronto los términos
del contrato de investigación de fabricación de tractores.
El Director Adjunto había visto tu presentación en la conferencia,
a él le gustaste y me preguntó si podría darle tu teléfono.
Es un hombre muy inteligente, dirige una fábrica con más de
10.000 empleados y tiene un doctorado en robótica. Quiere
casarse y busca esposa. ¡Ya le di tu teléfono!.
Esa noche, Camelia recibió una llamada del Director
Banescu.
- Eres la mujer más hermosa que he visto nunca –le
dijo- tengo un par de horas en la universidad como profesor,
pero el trabajo en la fábrica me ocupa todo el tiempo.
Yo trabajo desde la mañana hasta la noche.
Camelia respondió a todas las preguntas de una forma
cortés y tímida, porque el profesor era trece
años mayor que ella y tenía la sensación
que estaba hablando con un profesor muy estricto. El Director
estuvo hablando, haciendo elogios y declaraciones de amor
durante una hora o dos y a partir de ese día la llamaba
todas las noches antes de acostarse.
Al día siguiente, antes del descanso, Camelia pasó
por el laboratorio de Razvan para coger un libro de informática.
- ¿Por qué estás tan agitado Razvan?
–le preguntó Antonio, un colega que siempre se
reía con Razvan - ¿A quién viste?
Razvan no respondió.
A la salida Joana, la única mujer ingeniera del colectivo,
la había estudiado con interés. “¿Razvan
tiene ex novia? –pensó Camelia. Hay que decir
que solo lo había visto hablar con sus colegas.
En el descanso Camelia salió nuevamente a tomar un
café con Razvan.
- En nuestro equipo podrías progresar y satisfacer
tus sueños. Yo quería estudiar el proceso de
las imágenes y hacerlo ahora –explicó
el hombre. Cuando eras pequeña ¿Cómo
aprendiste tanto? –dijo Razvan.
Camelia pensó, de hecho en el colectivo donde trabajaba
era como los investigadores famosos que había leído
tiempo atrás. Todos eran apasionados de sus trabajos,
los ordenadores, trabajando todo el día en la universidad,
desde la mañana hasta la noche, sin ser obligado, incluso
trabajando los días libres, trabajaban por placer.
Sin tener estrés ni en el trabajo ni en el hogar. Fueron
valorados y respetados por la gente por su inteligencia y
por el trabajo que estaban realizando. Porque sólo
el 2% de los graduados del colegio podían ir a la universidad,
siendo seleccionados para la investigación los más
brillantes de este grupo.
- Mi abuelo me enseñó también algo permanente
por medio del juego. A los cuatro años yo tenía
un insectario y un herbario, donde me escribió el nombre
en latín de cada planta cosechada, como “ Galanthus
nivalis“ para la campañilla blanca recogida en
la colina Dealul Melcilor, a los pies de la montaña.
Tampa o “
Scilla
bifolia“ para la violeta del mismo lugar.
Mi madre estudiaba entonces la segunda carrera, las “Ciencias
Naturales”, así que yo tenía mucho material
de lectura. Mi abuelo me enseñó todas las plantas
de los bosques cercanos de Brasov –flores, arbustos-
y en el campo, cerca de la estación de Brasov, su vegetación
específica. Me encantaban todas las plantas y todas
me parecían fascinantes, incluso la humilde maleza.
Recuerdo que una vez recogí en el campo un puñado
de laureles, fascinada por sus flores blancas inmaculadas
y mandrágora con su atractivo color violeta-púrpura,
de aspecto único, una extraña flor. La abuela
cuando los vio en mi mano me dijo que las tirase, que eran
venenosas. “Pero son tan hermosas”-dije yo. Sin
embargo las tiré, pero en mi mente no podía
creer que algunas flores tan hermosas pudieran ser tan nocivas.
- ¿Sabes alemán? Yo aprendí en el colegio
“Johannes Honterus –dijo Razvan.
- Yo estudié en el colegio “Dr. Ioan Mesota”,
que era por aquel entonces el más severo –dijo
Crina. Lo llamaban “La Bastilla“.
- Yo hablo alemán desde pequeña con mi abuela,
siendo esa su nacionalidad.
Cuando regresó a la universidad, Camelia estaba hablando
con Joana. Ella no sabía que esta conversación
sería el comienzo de una buena amistad. Camelia era
extremadamente buena y educada, pero las chicas y mujeres
la envidiaban tanto que ella nunca había podido tener
una amiga, ahora había encontrado una chica igual de
hermosa e inteligente, que la admiraba pero no la envidaba.
Camelia pensaba en las palabras de Confucio “
tu
no empiezas una relación de amistad con alguien que
no es mejor que tú mismo”. El aforismo
corresponde “y para el alma gemela” concluyó
ella. “¿Entre los hombres que se enamoran de
mí va a haber un hombre más inteligente que
yo?” se preguntó. Ella no sabía que el
ser muy inteligente, muy altruista, tener un alma increíblemente
buena, en el mundo que le había tocado vivir eran defectos
importantes.
Era diciembre, durante toda la noche solo escuchó armas
de fuego, nadie durmió en la ciudad. Los anunciaban
varios rumores en la radio y la televisión, como que
el agua estaba contaminada y no se podía consumir el
agua del grifo. Habían disparado a una joven familia
de las casas vecinas, los habían fusilado junto a su
niño, en la cama.
A la mañana siguiente, sonó el teléfono.
-Soy la señora Pascu, Mi Theodore, un gran patriota
fue a la universidad, también debes de ir. Todos los
colegas están allí. ¿Por qué no
vas Camelia? –le dijo.
Todavía no habían parado los disparos en la
ciudad y era muy peligroso ir. De vez en cuando se escuchaba
una ráfaga. Camelia viajó a la Universidad con
el corazón encogido. Cuando llego al centro de la Universidad
permaneció asombrada. El edificio había sido
acribillado a balazos, así como todos los edificios
de alrededor, sin embargo no había nadie.