|
En mis sueños hay una niña...
una niña que me llama...
se muere todas las noches
cuando se levanta el alba.
En mis sueños hay una niña...
una niña que me llama.
Yo sé que ya es mujer;
algún día la puedo ver,
sin que ella mire mis ojos,
sin que ella vea mi cara.
De día veo su cuerpo;
ella es muda y no me habla,
de noche cuando me acuesto
siempre me despierta su alma.
Son dos ojos negros
en una carita lánguida,
me miran cuando me duermo
y yo los miro despierto,
cuando están lejos,
y ya no puedo alcanzarla.
Quisiera poder fundir cada día
y cada noche con el fuego que me abrasa,
palpar la luz de sus ojos
con la luz de mi mirada
y apartarla con ternura
acariciando su cara.
Nunca más vivir sin ella,
no más silencio, más distancia,
alumbrar con mi inquietud
la palidez de su cara,
amarla cuerpo a cuerpo,
borrar esa lontananza
de unos versos sin esperanza.
En mis sueños hay una niña...
una niña que me llama.
En mis versos hay una niña…
|