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Lejos de amores perfectos,
por ser platónicos,
vivo el amor contigo cada día
(el amor que soñé vivir un día),
mas no es perfecto,
por no ser platónico;
sobresale como punta de lanza ardiente,
o es caricia de un momento de ternura
real y no soñada
en medio de las ruindades de la vida,
de las circunstancias del infierno
que habitamos,
y a tu lado camino todos los días;
a veces llueve y nos mojamos,
a veces el aire me empuja en la garganta,
soportas mis defectos y pecado,
y al cabo yo recibo tu imperfección
impuesta por imperativo del nacer
en este mundo aciago, basto y raro;
vivir juntos fue nuestra meta,
y juntos padecemos cada día,
que vivir es padecer solo o contigo,
viviendo, soñando, envejeciendo
y luchando a golpes de ciego
contra el mundo que nos construyó
y en menor medida construimos
con besos, llantos, equívocos,
caricias, noticias que recibimos esperanzados
y noticias que nos desgarran cada día.
En un infierno, con dos infiernos
quisimos hacer cielos
de pasión, paz y armonía,
mas todos son conjuros de momentos,
y el resto sufrir la vida deshonesta,
que con voces traidoras y lisonjeras,
nos prometió un paraíso,
entre rediles y jaurías.
Mas ojalá no haya muertes definitivas
que nos separen y nos muestren
el fondo ensangrentado de sus bocas
con sus crueles risas;
espera, y esperemos aquí juntos
navegar por las eternidades
de mundos menos ingratos;
vivir de la mano, con los corazones enzarzados,
las que fueron quimeras del pasado
en la niñez y en la adolescencia
del principio inocente
de nuestras vidas.
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