Me quiero sentada frente al espejo, en piel y carne reflejada,
con los surcos que la edad va dibujando en mi cara.
Me quiero cuando mis pensamientos acarician mi alma,
lastrada en ocasiones, endiosada cuando las ninfas danzan.
Me quiero cuando transgredo las normas y doy rienda suelta
a mi locura.
Me quiero envuelta en un susurro, en cueros y empoderada.
Me quiero rompiendo el yugo y librando mil batallas.
Me quiero en minifalda, con un par de copas de más,
con las medias deshilachadas, enredada en la saliva de otros
labios
y ardiendo en llamas.
Me quiero anclada a la Tierra y de la Luna enamorada.
Me quiero cuando sonrío sin motivos o con cientos
de porqués,
o cuando dejo que mis lágrimas tomen la palabra.
Me quiero gritando a viva voz por la última flor
marchitada,
enfundada en color violeta, luchando en nombre de mujer,
ebria de esperanza.
Me quiero escapando del averno, remendando heridas y blandiendo
espadas.
Me quiero amando a quemarropa, sin censuras ni líneas
rojas,
con mis filias y mis fobias; y con mis alas rotas.
Yo confieso quererme libre. Yo confieso quererme viva.
Yo me confieso mujer guerrera, ungida en sensibilidad y
en fortaleza.