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Muchas generaciones, muchos siglos,
muchos años de lluvia y de sequía;
decenas, tal vez cientos, de riadas
como la que vi de niño, -y aún
recuerdo la furiosa crecida de las aguas
por encima del puente-; varias guerras,
-contra los extranjeros, entre hermanos,
de todos contra todos, de algunos contra muchos-;
alegrías, tristezas, enfermedades, viajes,
peripecias de indianos y de jándalos;
muchos años de vidas y muertes sucesivas,
historias familiares y cuentos de la abuela,
niños que se hacen viejos y otros niños que
heredan
las tierras y el color del pelo, el carácter
y una casona húmeda con vistas al pasado;
una genealogía insidiosa y tenaz
como un río que busca su camino
ha sido necesaria
para llegar hasta este día,
que es un día cualquiera
y sin embargo brilla
con ese resplandor único y fiel
de cualquier día cualquiera.
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