Sí no es para siempre, perdí mi tiempo,
luchando contra mis defectos,
del mundo, «los amigos» y los celos,
desafiando el límite del tiempo.
Abandonando todo por seguirte
y al final no encontrarte.
Barricadas de lenguas, habladurías
[y
envidias tontas,
una corbata en el ropero
[y
cartas de amor,
perdidas en los rincones del destierro.
Dejé a mi retoño abandonado,
el límite del dolor logrado,
con el corazón y el cerebro calcinado,
al darme cuenta de lo destrozado.
Por ser mediocre en cuestión de amores,
amar sin importar de condiciones,
derrumbando lo construido,
y cambiar un pusilánime destino.
¿A dónde he de ir ahora?
No tengo un rumbo manifiesto,
pido a la tierra me devore
¡Sin tú amor ya no hay sendero!