Más allá de los bajos de los pies
Se filtra el hilo de la madrugada.
Desplegando sus dramas viene la dama,
La cólera herida y la cara arrugada.
Un nido de dulzura exhala su alma,
Pese a que el tiempo en su cara
Halla en piedras la mirada,
Y se esconde cual niño bajo la cama.
Apaga la luz y no ve el cielo,
Más allá de la mezquindad: el miedo.
Se derrumban los párpados pesados,
Y los silencios sobreviven airados.
Las bestias jugosas de mi dolor,
Encierran mi paz con su candor,
Las grandes estrellas parecen roídas
Y se expanden al
olvido encendidas.