Ojalá este vendaval barriera de mi alma
todas las incertidumbres, todas las dudas,
y limpiase mi historia de oprobio y pesar:
como limpia el cielo de nubes, de humedad
la atmósfera, y barre las hojas de los patios
de Casa Bermeja… Porque no supe
encontrarte, Señor, en lo pequeño,
en la lepra o en el granito de mostaza,
por buscarte en mi mentida pureza.
Dichoso quien permaneció bajo la lluvia
cuando todos buscaban madriguera.
Ojalá el año aún fuese tierra santa,
de zarzales ardientes, una tierra
que nadie debe hollar, si no es descalzo…