La vida con menos es más
Mal ajeno consuelo de tontos.
No supiste ver la sana ambición que llevaba tras
de sí aquél inocente café, acompañado
por una dulce testosterona, que no lograste saborear. Te
lo bebiste a pecho, yo pensaba que te ardería hasta
el alma. Saliste corriendo al baño y yo, sonreía,
confiado en mi poderío sexual. Desde dentro me gritas:
- Me cagó en tus muertos, Manuel, ¿qué
le has puesto al café, que me he cagado toda?
Me dejaste mascando una sonrisa seca y frustrada, mientras
pensaba: " joder qué cosa más romántica";
por lo menos conseguí que te bajarás las bragas.
Tanto que decir y tan poco que
contar
Afianzando la relación.
La joven aireó su estómago en el lecho conyugal,
el estruendo fue tan grande que, la onda expansiva, hizo
temblar las puertas del armario.
El joven, boquiabierto, pero con la boca cerrada por si
acaso, la miraba estupefacto. Ella le sonrió y le
dijo: - ¿Ya no me quieres?- Él le respondió:
- Ahora más, que sé de lo que eres capaz-
La vida con menos es más...
Vale más tarde que nunca.
Por más que nos esforzáramos en no hacer ruido
alguno, no había manera humana; el crepitar de las
hojas secas bajo nuestros pies, era atronador. A veces,
sin moverse ni una pizca de aire; nos rebasaba una fuerte
ráfaga de viento, fría como la muerte, otras,
chirriaban unas bisagras haciendo un ruido tremendo y terrorífico,
que cualquiera diría que las estaban matando y, sin
venir a que; nos invadía un fuerte olor a azufre
que nos hacía pensar a todos que se habían
abierto las puertas del infierno. El día que decidí
cambiar de aires fue, después de llevar más
de tres años que nos iba siguiendo un tenebroso y
macabro ruido de cadenas, ninguno fue capaz de mirar para
atrás, no sé si porque teníamos una
máxima: "mirar para atrás ya no te valdrá
de nada" o, simplemente, por no tener el valor de hacerlo.
Además, yo; no tendría que ir con aquel grupo,
si llegué allí fue por curiosidad; mi madre
siempre me decía que era demasiado curioso y que
la curiosidad mató al gato, y es verdad que esa aptitud
me hizo perder la vida, ahora bien; no la dejaría
que me atormentara en la eternidad, creí conveniente
que ya era hora de cambiar y me uní a un grupo que
se hacía llamar La Santa Compaña.
La vida con menos es más
"El que esté libre de pecado; que tire la primera
piedra".
Las calles, bares y tertulia del país, quedaron desiertos
y este micro; quedó incompleto, por la desaparición
del escritor.
Tanto que decir y tampoco para
contar
El mercadeo.
Vi caer a tantos y más, los atrapaban en sus redes,
mordían sus anzuelos; cuando llegaban los mercachifles
vendedores de humo, caían como moscas. El día
que me tocó a mí, no sé, si por pasarme
de listo o porque me cogieron en horas bajas o porque utilizaban
alguna droga extraña, que me hacía perder
la voluntad, o quizás; algún tipo de canto
de sirena que me idiotizada y me hacían caer víctima
del consumismo. Me quedé rumiando mis miserias y
con un juego de palillos chinos para zurdos; que a veces
usan la diestra, que venía de obsequio con un champú
fantástico que prometía librarme de la estupidez.
La vida con menos es más
Cánones de belleza.
Se había adaptado tan bien al ideal de mujer perfecta
que consiguió un trabajo en el aula de medicina de
la Universidad de Las Palmas; como esqueleto humano.
Tanto que decir y tan poco que
contar
La segunda opción, no tiene por qué ser mala.
Campanilla, más que harta de los desdenes de Peter
Pan, decidió cambiar de planes. Por la noche entró
a hurtadillas en la habitación, se desnudó
y se metió en la cama. Él, llegó sin
saber nada, se quitó la ropa y entró en la
cama. Ella le hizo el amor como jamás hubiera soñado,
de madrugada, Campanilla; feliz y satisfecha, se marchó
como vino, sin hacer el más mínimo ruido.
Por la mañana el Capitán Garfio; creyó
que todo fue un mágico sueño.