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Expiraba
tu pluma vigorosa
en aquel lluvioso abril agrisado,
pero tu sencilla palabra hermosa
volando al extenso y manchego prado,
subía cual bella y radiante diosa
al Olimpo de las letras sagrado.
Tu exquisita agudeza deliciosa,
tu critica a lo injusto y desgraciado
con tu lenguaje avezado y certero,
la vana farsa humana criticaron,
mostrándonos lo honroso y verdadero.
Y tus andanzas y pugnas lograron,
que tu justo y osado caballero
fuese el mejor que los tiempos crearon.
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