Todas
las contraportadas de los libros dicen lo mismo. Seducen con
la misma pieza de encaje. La vida retratada de los treinta,
los cuarenta, los cincuenta. Un resquicio entre décadas abre
los espacios acotados. En ocasiones, la frase es la misma
para millones de ojos. Pero no siempre sucede. La frase es
inevitablemente distinta para cada ojo. Es un huracán de metralla,
una tapa de alcantarilla, un Atacama sin dunas, una congelación
en las manos. Destreza y apocamiento.
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