|  | Entre 
                    luces y sombras fue caminando por la vida, abrazando el sol 
                    que cada amanecer le regalaba una nueva esperanza.De la mano de distintos viajeros que le habían dejado 
                    algún aprendizaje para continuar remontándose 
                    hasta sentir que tocaba el cielo y otras veces sentarse en 
                    el pasto mojado para repensar en suelo firme sus próximos 
                    pasos.
 Aprendió a convivir con la tormenta que estremecía 
                    su palpitar y volvió a alcanzar el regocijo en la llovizna 
                    que aquieta la mente y devuelve serenidad.
 Supo que nada es tan tremendo como para no encontrar la solución 
                    y conoció el subibaja de la vida que anima todos los 
                    estados. Para tomar impulso; para la calma y para seguir avanzando 
                    en caminos algunos ya planificados y en otros que sorprendentemente 
                    le hacían cambiar la dirección.
 Acompañado de su soledad pero también de algún 
                    ser extravagante; otro abandonado; o perdido en su propio 
                    laberinto de recónditos misterios. Entre esos abrazos 
                    logró darse cuenta que cuantas más personas 
                    llegarían hasta él, mayor debía ser su 
                    capacidad de comprensión y principalmente que no podía 
                    ni debía esperar de ese Otro una actitud o acción 
                    semejante a la suya.
 Por un momento sintió que aún con sus palabras 
                    tampoco ayudaría porque no se encontraban en el punto 
                    desde el cual él partía.
 Nuevamente consigo mismo se acercó a la aceptación 
                    que las diferencias propias y de ese Otro hacen a la completitud 
                    de la experiencia de la propia vida.
 La complementariedad de las disimilitudes festejan en un mundo 
                    muy difícil de comprender hasta lo "no 
                    pensable" desde su propia subjetividad. A 
                    partir de allí, en su barrio, que ya había decidido 
                    sería su último en otro lugar de origen, caminaba 
                    vuelta la manzana y el saber que esos Otros no los llevaba 
                    tan lejos de sí mismo saludó en una mañana 
                    despejada nuevamente al sol.
 El mundo del caminante se había vuelto simple, generoso, 
                    austero, atento y agradecido.
 
 
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 | Por primera 
                    vez creyó en Dios y conoció y también 
                    reconoció a muchos de esos acompañantes que 
                    también habían recorrido una larga travesía.Ya no tan extenso, ya no tan vital, ya sin subibajas....pero 
                    con una sabiduría que le había valido la alegría 
                    de tiempos vividos.
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