La hermana pasa lentamente la escoba sobre el pequeño
tumulto
de las hormigas
y no cesa de asombrarse de lo rápido que acudieron
al saltamontes inesperadamente caído del techo
- Parece que supieran – dice
Cuánta minúscula y moviente voracidad sobre
el cuerpo muerto
Cuánto vértigo de pinzas trincando, desgarrando,
cargando
Victoriosamente el animalejo
- Algo las llama – insiste sabiamente la hermana
Yo nada digo
Yo aparto los pies y dejo barrer
mientras miro la desorientación de las hormigas
que ahora ya no parecen saber tanto