Deslizantes caminos insinúan
los cadáveres blancos que el capricho
del tiempo desdibuja.
¡Qué tentación tan grande y fuerte
tratándose de nieve la materia
de ponerse románticos: el juego…
los poemas…! Mas tampoco se oculta
un anhelo de sol que delimite
los exactos volúmenes
de los objetos el contorno
de nuestras existencias por saber
“hasta dónde no podremos llegar”.