Cuervos y buitres
vuelan a diario
por el oscuro cielo de Alepo,
mientras miles de caballos explotan
lanzando su metralla por el tenebroso cielo.
Nadie, nadie llora por Alepo.
Proyectiles, misiles y bombas-barril
caen desde el negro cielo
sembrando de muerte y agonía
a ancianos, mujeres, no nacidos y niños.
Nadie, nadie llora por Alepo.
No existe en la ciudad edificio vertical
solo se percibe la horizontalidad destructora
en donde duermen miles de cadáveres
y algún herido llora desconsolado su agonía.
Nadie, nadie llora por Alepo.
Niños ensangrentados corren sin destino
y se preguntan el por qué de tanta barbarie,
exclamando a los periodistas extranjeros
¡hagan algo, por favor!.
Nadie, nadie llora por Alepo.
La población asediada
busca, desesperada, comida y agua
en cualquier rincón, wáter o fango
aunque ello suponga su perdición.
Nadie, nadie llora por Alepo.
Mientras, en Ginebra o Nueva York,
hábiles políticos y diplomáticos
se reúnen para tratar la guerra de Siria
pero sin acuerdo alguno.
Nadie, nadie llora por Alepo.
Van ya cinco largos años
de guerra ininterrumpida en Siria,
la gente muere a miles
en esta guerra asesina,
otros millones se exilian,
los negros nubarrones
no se clarifican.
Mientras, las potencias,
miran que te miran,
cómo comprar armas,
obuses para la artillería,
planificar hacia qué punto
lanzar los misiles
que a niños asesinan.
Yo, pobre solitario,
desde mi Patria querida
sí me acuerdo de la Alepo de Siria,
esperando que la paz reine algún día en Siria.
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