En el lugar del frío
allí donde todo parece un sacrificio
nadie perdona los errores
y la soledad es un vestido ajustado
que impide que la carne
se libre de esta angustia,
desnuda reclamé
Misericordia,
aquí
en este cielo abierto a la derrota.
Alguien viene descalzo,
se detiene ante mí
y muestra con descaro mi pasado,
me señala un dedo apuntador
que anula mi mutismo
instala en mis ojeras la noche de los mundo.
Como los relojes blandos de Dalí
los recuerdos resbalan por mi dedos
¿cómo sembrar de nuevo la niñez
si no hay juguetes ni inocencia
ni padres que calmen los berrinches
cómo puede el pasado ser una hoja en blanco?
Tirita el albor
que descompone el aire
y la respiración es un ánfora sellada
oculta en esta ancianidad
donde solo hay dos vasos vacíos y un silencio.
Hoy solicitar misericordia es para mí como una operación
a vida o muerte.