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poema de Antonio Portillo

DESAPAREZCO




Empiezan de los árboles
las pálidas y difuntas hojas a caer.
Hojas arrastradas por este repentino viento,
verdugo de este ocaso que moribundo,
anuncia la pronta y oscura muerte del día.
Hojas que desde su alta morada vuelan
a la mustia muralla parda y putrefacta
del viejo castillo dominador
del agónico lago.
En esta derrotada pared reina
perpetuamente, un solitario musgo
sumido en su apagada y vieja tristeza.
Y es aquí, en este raspado muro
repleto de mortandad y penumbra,
donde yace desde antaño mi corazón
que grieta a grieta perdiendo fue
su amorosa y brillante vida.
Pues resquebrajado
por tanta soledad y pena agobiante,
por tan profundo dolor,
fue arrastrado por un repentino viento
en una difunta y crepuscular tarde,
a tan musgosa e inerte tapia.
Sí, allí yace mi corazón,
que por alguien muy amado
fue desdeñado, desechado.
Ese alguien que de amor, de dulces besos
y sonrisas, lo proveía. Alguien que abandonó
a mi rojo sol en la lacustre orilla,
entre piedras desechadas,
entre restos mortecinos de luz
donde el cargado aire penoso,
moría de dolor muriendo
entre las sombras del desamor.
Sí,
amada
primavera,
Aquí, en tan
fría
y lóbrega pared
entre
muertas
piedras sepultadas
que exhalan aromas
de putrefacción,
yazgo,
sucumbo,
agonizo,
expiro,
fenezco,
me extingo,
desaparezco.
Del 2º poemario, Singladuras

Selección de poemas escogidos de © Antonio Portillo, cedidos cortesmente por el autor, para su publicación en la revista mis Repoelas:




Desaparezco

Ferviente marinero


 


Página publicada por: José Antonio Hervás Contreras