Recorría el
enésimo cementerio de España. Había pasado
por Madrid, Vigo, Córdoba. Tenía la esperanza
de encontrarla cuando comenzó su búsqueda. Ahora
ya no se animaba a pensar siquiera que hubiera existido. De
pronto se detuvo frente a una tumba con una lápida
que nada le decía, pero igual sintió la imposición
de quedarse allí. -¿Me buscabas?- Escuchó
esa voz inconfundible a sus espaldas. –Sabés
perfectamente que sí- contesto con seguridad. -¿Para
qué? Ya es tarde- afirmó ella con fuerza de
reproche. –Hace años que te busco- replicó
él en tono de súplica. – ¡Qué
sabes de años! No sabes de horas, minutos, no sabes
de tiempo- le marcó sin dar expresión a su rostro.
–Te amo, siempre fue y seguirá siendo así
– musitó ya resignado. Sintió las manos
de ella tomando las suyas. – Ven conmigo- dijo sin expresar
palabra, solo con el brillo de sus ojos. Desplegó las
alas para remontar vuelo llevándolo con ella. |