El primer rey era deforme;
nació con una protuberancia sobre el cráneo
que llamaron corona,
pero esa deformidad le confirió mucho poder.
Ésa fue la única corona de hueso, la
única auténtica corona:
una sola corona de verdad en toda la historia de los
hombres.
A partir de entonces, el resto de los reyes simulaban
la deformidad
con coronas de arcilla acero oro.
Cuaderno del apuntador.
Aún los viejos seducen a las niñas mostrándoles
sus premolares
y la aguja entra por el ojo de la aguja.
Aún un manto acaba en qué rey.
Aún.
Aún es aún.
Cuaderno del apuntador 2.
Un botón en lugar de un dogma o de una idea.
Abotonar las cosas a sus usos. Un
botón que une la espalda del pijama de aquel
que duerme al colchón. Otro botón
que une la palma de los guantes del soldado con la
parte lateral de sus muslos, para
que forme y se cuadre. U otro, por ejemplo, que une
la palma de un guante con la
de otro guante para obligar al rezo. En definitiva,
una sutil dictadura consistente
en botones dispersos por la piel de las cosas.
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