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Patino sobre el lago helado, siempre
en un soplo final de primavera,
entre silencios, grietas y crujidos,
mi ágil cuerpo que ignora los presagios
iluso se desliza satisfecho,
de todos esos saltos y piruetas,
de cuando caigo en pie mientras saludo,
de la necesidad vital que empuja
a seguir patinando en esta feria
polvorienta, perpetua y abarrotada.
Siento al sol que derrite ya mi suelo,
sigo rebelde con mis triples saltos
que son casi mortales con piruetas
y algún tirabuzón.
Informan en los diarios que la tierra
orbita todavía favorable
con ese ritmo justo
para los que seguimos en el lago
de grietas que barruntan precipicios.
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