¿NO VES QUE LAS PALABRAS TE ATROPELLAN?
¿No ves la dentellada del sol
que penetra en la roca a horadar, a horadar?
Despojado he de verte de los ecos antiguos.
Despojado del labio que no dice tu nombre
cuando las olas van a rozar tus zapatos.
¿No ves ese tablón del horizonte
que se inclina hacia ti para sangrar el pájaro
de tu mejilla ingenua?
Allá no veías las barcas ni el oro de los
muelles esperando la vid. Las velas derramadas,
los peces en tu asfixia…
Allá no veías pasar el incendio,
ni la miel que diluye cuando las rocas piensan
y nos traen su arrullo de las gaviotas idas
a sangrar la blancura por tu mejilla tibia.
¿No ves por qué un caballo se transforma
en luciérnaga a pesar de los páramos y los
ríos perennes?
No verás las palabras, sólo un pámpano
azul
en la esquina del labio que despierta este vino,
que cruje en el silencio de la ortiga y la sierpe.
Todo aquello que trepa o punce
carece de sentido, si te vacías tú,
si acaso te desnudas de su rigor de herida
y buscas tu dolor en el dolor del bosque.
De Poética
de Esther Hughes (inédito)
|