El universo nos pone
la mano en la cabeza.
Pregunta si acaso allí hay alguien.
Lo que hay es el tiempo: memoria
y porvenir.
No existen promesas
a cumplirse mañana.
Pero tampoco hubo promesas antes
y el día se cumplió.
Sobre este cráneo liso y viejo
pone la mano el mundo.
Lo que hay es el inicio del futuro.
Lo que hay debajo
de la mano infinita del tiempo
es nuestra mirada hacia adentro,
la puerta de un instante.
No hay esperanza
cuando la mano aprieta.
Pero nunca la hubo antes
y el ser que somos prosiguió a la luz
porque así es
y porque las lámparas del cuerpo
eran ya fuego frío y lisura del hueso
en el momento de nacer.
Sólo que ahora tenemos los ojos
bien abiertos.