Cuando el doctor Victor Frankestein
Llevó a cabo su famoso experimento
Olvidó dar un leve soplo de vida real
En aquel duro pecho de piedra inerte
Que tenía un vacío corazón prestado.
Al mirar su reflejo a su lado encuentra
Enormes miembros pálidos y colgantes
De aquel gigante que vaga sin sentido
Con grandes tornillos en las dos sienes
Es una criatura fea, torpe y monstruosa
Huyendo de todos hacia la larga noche
Tiene tanta fuerza que mata sin querer
y es odiado en todos aquellos lugares
y sin embargo le conmueve la belleza
En aquel duro pecho de piedra inerte
Que tiene un vacío corazón prestado
Por sentir la caricia de una flor infantil
Porque aquel gigante reconoció la vida
En cada uno de sus brazos de madera
Cuando de sus ojos brotaron lágrimas
Al darle la mano a una niña pequeña.