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Cuando te vas, y
en la penumbra me encojo,
mi cuerpo queda marchitado por el enojo.
Cuando en el vacío de mi alma lloro,
me ciega la celosía y el decoro.
Y si al despegar la luna,
me emborracha la soledad,
me pierdo entre poemas,
para no ver la realidad.
Pero si tu recuerdo aflora en piel,
desnudarla quisiera, para sentir tu querer.
Y cuando tus manos se apartan de mi,
siento un escalofrío que me hace sufrir.
Me siento como una rosa marchita en el jardín,
que pierde su tersura para dejarse morir.
Dejando caer mis lágrimas,
entre el dolor que va creciendo en mi alma.
Son perlas que se deslizan en un mar bravío,
donde tú amor entre olas sigue perdido.
En amanecer de llanto de miedo y espanto,
el crujir del alma, de ese amor que me tiene embrujada.
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