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Nada es de mi anhelo,
Entristecida lumbrera inerte.
Donde he pasado cada noche,
mi vida, ahora todo destruido.
Te veía en sombras para adorarte,
Ahora no hay cintillos de bellos colores,
adornando nuestro cuerpo celeste.
Las tierra yace, secas, improductiva
sin gota de agua sobre ellas.
Luego desaparece, bajo la esfera,
y el despale que el hombre tolera,
ya no hay trocitos de hielo cayendo.
Saciando la sed del incierto universo.
Esplendido o demasiado caluroso
por el sol… cual diamante dorado.
secando un trocito más de mí suelo.
Se escasea ese rico líquido traslúcido,
Llora la tierra y el aire el despales
por fuerza de humanos vinculados,
se unen sedientos los cuerpos,
cual hojas que secan los vientos.
los caminantes surcan su propio
desierto, pero tomados de la mano
por un incierto destino, convertido
en polvorientas veredas sin vida
ni alma. Tristeza inminente al
encontrarse, Divisando los nuevos
horizontes. Cual amenaza del hombre
inconsciente.
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