Elevada
la vista al infinito
las estrellas destellantes y sutiles
me revelan su secreto indescifrable
que para ellas ha sido el más querido.
Mi cabeza reposando en árbol rancio
por los vientos agotado y laxo,
que ha visto pasar por él los años
sus raíces son fuertes ¿hasta cuándo?
las estrellas y el árbol me cuentan
que la gente que los mira habla
y hablan mal, ahí el pecado
de no saber lo que sale por sus bocas.
Esta noche hago de todo un poco,
susurro a los pies del longevo árbol,
acaricio con mis dedos las estrellas
descorro el velo del pasado
y hago…, en fin, es igual. Estoy cansado.
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