De repente alguien pasa un dedo por mi espalda y siento un
cosquilleo intenso, me giro y veo a una compañera que
no conozco muy bien, tan solo sé su nombre… ha
tomado muchas copas, creo que está algo achispada y
el alcohol le ha dado valentía para acercarse y tontear
conmigo, me había tirado alguna indirecta pero no las
había tenido en cuenta y no sabía que le gustáramos
las mujeres, al contrario creí que le gustabas tú
e incluso llegó a ponerme nerviosa una de las veces
que se acercó a bailar a nuestro lado…
“Me gustas mucho” susurró con voz ronca
y acarició una de mis manos… debí ponerme
roja como un tomate y le pedí disculpas diciendo que
había ido contigo, que tenía pareja y estaba
muy enamorada. Me preguntó entonces si no había
tenido ninguna experiencia con alguna mujer, que a ella no
le importaba que me gustaran los hombres… me vi un poco
cohibida tratando de explicarle que no tenía nada en
contra de las lesbianas, pero que yo estaba muy enamorada
de ti y eso me bastaba. Murmuró un “lo siento,
espero no haberte incomodado”, le dije que no, me había
sorprendido, pero que no me incomodaba, que era halagador
que se fijara en mi, pero que no me atraía otra persona
más que tu.
Siguió diciendo que era una pena y me describió
lo que me haría si la acompañara al baño:
“mi boca bajaría por tus pechos, haciendo delicias
con tus pezones, saboreándolos como si fuera el manjar
más exquisito, incrementaría el movimiento con
mis dedos, te penetraría profundamente con mi lengua
y mis dedos, con mayor intensidad hasta tu punto G como nunca,
haciéndote llegar en ese momento a un placentero orgasmo
que no podrías resistir”… me puse colorada
y lo peor de todo fue que no solo no me molestó lo
que decía, sino que al contrario me puso muy cachonda…
Menos mal que llegaste en ese instante y además lo
oíste todo y lanzaste un “Ufffff, ahhhhh, ohhhhh,
¿sssiiiiiii, y a mí también me harías
eso?”. La pobre salió corriendo cortada y pidiendo
mil perdones, supongo que podré hablar con ella un
día de estos y arreglar las cosas, decirle que no pasa
nada, que podemos seguir siendo colegas.
“Te alejas de mi y te pones a ligar con quién
sea”, dijiste algo celoso… Me hizo gracia ver
como marcabas territorio y te dije que quería irme
ya a casa.
Al entrar en casa, tus manos vuelan sobre mi ropa, descubriendo
mi piel anhelante de tus caricias. No puedo evitar darte besos
y pequeños mordiscos, que sé te enloquecen.
Totalmente desnuda ante tus ojos, apartándome brevemente
para mirarme, me guiñas un ojo y nos besamos y acariciamos.
Me tumbas sobre la cama y acaricias y disfrutas de mis senos
firmes y sientes igual que yo como me agito… recorres
mi cuerpo con las yemas de los dedos hasta casi llegar a mi
sexo, mientras te acercas, ambos nos agitamos más y
más, veía la expresión de tu rostro,
tus ojos cerrados, mi boca entreabierta soltando un leve gemido
de placer y deseo.
Entonces cojo el borde de tu camiseta y la elevo sobre tu
cabeza dejándote el torso desnudo, te miro, me muerdo
el labio inferior y te atraigo hacia mí para sentir
la dureza de tu pecho. Nos quedamos así besándonos
por unos segundos y entonces enredo mis dedos en el pelo de
tu pecho, mis manos se mueven hacia adelante adentrándose
en tus pantalones, acariciando ahora tus sedosos vellos púbicos,
y palpando tu pene que empieza a emitir su deseo. Mi sexo
palpita, tus manos acarician mis muslos tensos, que esperan
ansiosos tu lengua, tus angulosos dedos… los gemidos
escapan de mis labios… coges uno de mis pies e introduces
la lengua entre cada uno de sus dedos, provocando un leve
gemido, continuas besándome la planta, y acabas con
un pequeño mordisco en los talones, que me pone cardíaca…
juegas con la lengua entre mis piernas de nuevo, lamiendo
los muslos mientras yo dirijo tu cabeza hacia mi sexo…
tu lengua entre mis labios probando, recorriendo todo hasta
llegar al clítoris, lamiéndolo, dándole
besitos húmedos… “Mmmmm”, murmuras
mientras mis gemidos se hacen más fuertes, mientras
muerdo tus hombros, me retuerzo de placer, me dejo hacer y
poso mis manos sobre tu espalda mientras siento el latido
de mi corazón. Mis caderas danzan, tienen vida propia
y tratan de ponerse a tu disposición, abrirte el camino
de mi placer y noto tu caliente respiración sobre mí
y me hace gemir… No puedo más, “voy a estallar,
me desmayo” te digo… “Oh, oh, oh”,
alcanzando el clímax inesperadamente, “Aaaahhh”.
Mis besos descienden esta vez sobre ti, sugerentes, haciendo
que sea ahora tu respiración la que se torne agitada.
Tus muslos separados tiemblan al sentir que mi rostro se está
acercando y te acomodas para brindarme tu sexo… Dejo
que mi lengua tome la iniciativa y mis manos recorren tus
muslos tibios y acogedores, tus nalgas... hurgando, separando,
hundiéndose, sorbiendo. Son ahora tus gemidos los que
aumentan de tono y frecuencia. Tu rostro se tensa, los ojos
cerrados con fuerza, esperando la erupción inminente,
mientras que tu pelvis se lanza violentamente contra mi lengua
incansable. “Ufffff, ohhhhhhhhhhhhh” estallas
en un espasmo… La tensión es seguida por una
relajación total de tus músculos, la intensidad
de tu orgasmo me llena de orgullo al saber que soy yo quien
te hace sentir eso…
“¿Te gustó, mi amor?” te pregunto
maliciosamente sintiendo el latido en tus sienes… Te
recuperas y me dices que te duele un poco la garganta y vas
a calentarte un poco de leche con miel… “si, si,
toma leche que eso te da fuerzas”, te digo pícaramente
mientras me tiras una almohada. Te fuiste desnudo y descalzo
hasta la cocina y yo me quedé ensimismada en la cama
pensando en mi compañera de trabajo… Te diste
cuenta, porque volviste rápidamente y dijiste “ah…
en verdad debo de reponerme rápido, que si no te vuelvo
loca eres capaz de cambiarme por otras experiencias”,
dijiste. “¿Tú que crees, tontito?”,
dije tumbándome sobre ti… Por un momento te detienes
y siento como tus manos acarician mis tensos glúteos,
poco después me estrechas y siento el cálido
aliento de tu boca sobre mis pezones ya erectos de nuevo…
tu pene directo a mi vagina y empezamos a movernos con ansia,
con velocidad, mirándonos a los ojos, sudamos, las
respiraciones se sincronizan, las pieles chocan, te noto en
mi interior y como mi clítoris se pega y despega con
cada empujón, acaricias mi culo… yo tus labios,
te beso, noto como tu pene se endurece, te excitas, notas
que me viene, te muerdo el labio inferior y tu pene llega
hasta el fondo llegando juntos a ese momento de máximo
placer.
|