UN
MAL EJEMPLO PARA LOS NIÑOS
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Juanjo
volvió a su casa tiritando y reflexionando, “tendría
que haberme abrigado mejor pero con las prisas…joder,
no valgo para esta mierda, lo sé, Montse tiene razón,
no soy así aunque necesitamos el dinero, cómo
podríamos sino pagar la hipoteca, las facturas y
la comida. Ángel, ese chico se ha gastado en tres
noches casi tres cientos euros, casi tres cientos euros
para nosotros en tres días, en qué otro trabajo
puedo ganar tanto, bueno, podría ser un gigoló
aunque Montse me dejaría… estoy pensando en
tonterías”. Su esposa estaba despierta cuando
volvió al hogar.
- Ya era hora, Juanjo ¿porqué has tardado
tanto? –Montse hablaba quedamente para no despertar
a los chicos.
- El idiota de Ángel ha llegado tarde ¡maldito
chico! ¡Y sólo para quince euros! Había
comprado mucho ya este fin de semana, de repente decide
comprar esta mierda para acabar su fiesta. Antes se pasaba
treinta como mínimo pero con esta crisis…
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- No grites que están los niños, anda, cámbiate
de ropa que estás muerto de frío y vamos a
la cama –Montse no volvió hablar hasta que
se tumbaron-. Amor, he estado muy nerviosa, estaba alterada
y el bárbaro silencio aún me hacía
preocupar más. Espera, sé lo que me vas a
decir, lo sé, amor, el idiota de Ángel, es
necesario, muy bien, ahora escúchame a mí,
este negocio cada día te cerca más, estás
más reducido, dependiente de él, me aseguraste
que sería temporal, sin excesos pomposos, y sin embargo,
cada día esquilas más el miedo, te sientes
cómodo en este negocio, no me digas que no porque
lo siento, lo percibo. Nunca habías vendido tanto
como este fin de semana, nunca habías comerciado
durante tantas horas, no vendes fruta, sino…
- Cariño, lo hemos discutido un millón de
veces pero parece que no te recuerdas que tenemos dos hijos,
la mayor tiene diez años y el pequeño seis.
Se llevan cuatro años, es el mismo tiempo que llevo
yo sin trabajar, sí, es cierto, no tengo estudios,
fui un cretino en trabajar desde los quince años,
recuerda que no había parado hasta el dos mil ocho,
cuando me despidieron de la obra. Me reciclé, estudié
lampistería y no he encontrado nada de nada, tú
ganas cuatrocientos euros limpiando portales en esa empresa
de mierda, más otros cuatrocientos de ayuda social
sabes que no nos llega para pagar la hipoteca, las facturas
y la comida. Gracias a lo que hago no nos están desahuciando
como otra gente.
- Nos calzamos con una hipoteca desmesurada, te lo advertí,
gastamos nuestros ahorros en este lujoso piso y en el coche,
el cual tuvimos que vender hace dos años para seguir
deshojados por la hipoteca. ¿Cómo seguiremos?
Ambos tenemos cuarenta años, nos quedan veinticinco
para pagar este palacio, no hay manera de trabajar en este
país de zamarros…
- Para el carro Montse, no me comas la cabeza para vender
este piso. Sabes que tendríamos que venderlo por
un treinta por ciento menos de lo que nos costó,
cargaríamos con esta losa sí o sí.
- Sería menos pesante. Tu hermano Quique lleva un
año en Alemania, él no se informó dónde
iba, ahora está arroyado para pagar el alquiler de
una habitación porque únicamente ha encontrado
un minijob de camarero que le onda como tu ayuda, no puede
ahorrar ni para volver, maldita suerte por ser soltero.
Tus padres no nos pueden ayudar, peinan más que cortar
las perdidas del bar de tu hermana, su marido se fue lanzado
como un venablo de la traición, la pobre Carmen tiene
que cuidar de sus dos hijas adolescentes y no es fácil.
-
¡Por ahí no pasó! Al menos mi cuñado
no se folló una yonqui y enfermó de sida para
luego contagiar a su mujer, hace diecinueve años
precisamente no existían los medicamentos de hoy
en día. Estabas sola, mi familia nunca objetó
a cogerte a pesar que llevábamos menos de un año
saliendo. Tus padres vivían de alquiler, nunca compraron
nada…
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- ¡Juanjo! Me abrasas con las cenizas del pasado. No
te das cuenta que ahora eres tú el que huesas la vida
de los demás, pensaba que podría razonar contigo,
ya veo que no, piensa bien lo que vas hacer a partir de mañana,
se acabó trapichear, madura agrazón, algún
día la policía te detendrá, si me quieres
a mí y a los niños no nos harás algo
así, no pienso quedarme aquí para sufrir otra
perdida como la de mis padres. Dime por qué no cuentas
a los tuyos en que andas metido cuando les das dinero, les
engañas excusándote con trabajillos que haces
por el barrio ¡no respondas! Al final vamos a despertar
los niños. |
El
despertador cacareó estridentemente a las ocho de la
mañana, Juanjo se despertó para llevar a sus
hijos al colegio, Montse se había levantado antes para
ir a trabajar ya que iniciaba la jornada a tal hora y concluía
al medio día. A Juanjo le dolía la cabeza, no
estaba de humor para aguantar a los niños, así
que deleitó a sus hijos con una bronca matinal para
temblar la euforia infantil. Les dejo a las nueve en punto
en el colegio, el arrepentimiento le chapoteó cuando
vio que los niños entraban como dos obreros en una
fábrica, “me he pasado con ellos ¡soy imbécil!”,
pensaba Juanjo mientras caminaba sin saber a dónde
se dirigía, “me he pasado con Montse y con nuestros
hijos, aunque ella tampoco se quedó corta. No tuve
que recordar su historia tan trágica, bastante tiene
que perdió a su familia por la mala cabeza del padre.
Cree que estoy seguro en este negocio, no es así, estoy
más desesperado por ganar dinero y poder dejarlo cuanto
antes mejor. No hago bien, es un mal enorme el que provoco
a esos chavales, pero su mal es mi supervivencia… voy
al bar de Fidel a hablar con él sobre este tema”.
Juanjo cambió de dirección, cuando caminó
dos calles observó unos hechos habituales, “ya
he visto a una vieja y un negro mirando en la basura buscando
comida, quizá chatarra para vender, antes de la crisis
podía ver a alguien mirando en los escombros, aunque
esperaban por la noche ya que tenían vergüenza,
ahora, en cambio, todo da igual ¡joder! Y Montse quiere
vivir con su orgullo intacto”. Sus opiniones se imbricaban,
pensaba en abandonar el negocio por vergüenza de sí
mismo y de su familia, luego creía que era mejor quejarse
de inmoralidad que de hambre, esta opinión pupilaba
hasta la desesperación, no veía nada claro.
Llegó al bar, Fidel estaba solo, limpiando el local
después de haber dormido poco tras trabajar hasta altas
horas de la madrugada, se saludaron, el camarero preguntó
por qué tenía mala cara, Juanjo respondió
sinceramente. |
- Por una parte te entiendo, amigo, pero por otra creo que
no has pulido tu opinión. El miedo de tu mujer te ha
fletado a un viaje frustrante que tú llevabas controlado
o eso comentabas hace dos semanas. Fuiste tú quien
viniste a mí a pedir auxilio, yo fui el faro que te
ilumino para no estrellarte contra un peñasco. Me aseguraste
que podrías aguantar más de un año, yo
no te pedí más, llevas únicamente cinco
meses, reflexiona, ¿cuánto dinero has ganado?
Y eso que has trabajado poco comparado con otros del barrio,
yo nunca te he presionado, es más, te he conseguido
calidad, has navegado a tu ritmo y yo he sido una brisa suave
que nunca te ha soplado fuerte para que fueses más
rápido.
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-
Te agradezco todo lo que has hecho por mí, Fidel,
no es solo mi mujer, escucha, este fin de semana he estado
atacado de los nervios, mirando a todas las personas porque
creían que eran secretas que me perseguían.
Es cierto que a mí me pasaste las primeras cantidades
casi regaladas porque no tenía dinero, te lo agradezco
con el corazón, ahora me vendes como un camello más,
lo cual me hace pensar que me he metido más de lo
que creía en este mundo. Es cierto que me creí
más fuerte, me he dado cuenta de que no estoy por
encima del bien y del mal por muy desesperado que esté.
- Yo tampoco me considero estar por encima de nada ni de
nadie, simplemente recuerdo a un amigo que conozco desde
el instituto, que fumamos los primeros porros juntos, que
dejamos de estudiar y nos fuimos a trabajar con nuestros
viejos, tú en la construcción y yo en el bar,
que hemos mantenido contacto aunque nos hayamos visto poco.
Sabes que llevo toda la vida en este bar, llevo años
pasando y nunca me ha pasado nada, me he ganado bien la
vida, sabes que hay noches que cierro la persiana y aquí
vienen lo mejor de cada casa a gastarse su dinero, te aseguro
que no ha habido ningún accidente con la policía.
No me preguntes otra vez si tengo un compinche en la comisaría
porque no te voy a responder. Un tarde, viniste perlado
de quejas, tu hermano está en Alemania sin un puto
duro, no puede ni volver, tu hermana está sola con
dos hijas, se gastó todo el dinero del paro para
montar un bar, un negocio más explotado en este barrio
que las minas de Potasí, encima la mujer tiene un
titanic de hipoteca que arrastra al aval de tus padres.
Yo adiviné tu situación, te sugerí
el tema y no dudaste, ni consultaste a tu mujer, al día
siguiente no viniste tan seguro…
- ¡Pero lo hice! –Juanjo respondió cansado
de escuchar al camarero-. Te lo afirmé sin consultar
a Montse antes, estuvo mal, al final tuvo que aceptar, no
le quedaba otra. Le hablé de mis sobrinas, lo poco
que gana Carmen es para pagar la hipoteca del piso, mi padre
cobra una pensión de mierda que llega justo para
las facturas de los dos pisos y la comida de las dos familias.
Quique a veces también le pide dinero para poder
pasar decentemente a finales de mes. Montse lo comprendió,
lo que gano es para nuestros gastos, sí sobra un
poco se lo doy a mis padres, así podríamos
ayudar a las personas que tanto habían hecho por
ella. Nunca le gustó la idea y en estos últimos
días está insoportable, comenta que piensa
en las personas que me compran, como malgastan sus vidas,
ya te he dicho anteriormente que le reproché lo de
su padre. Ya no se acuerda que lo hacemos para ayudar a
quienes la ayudaron.
- Es una mujer, son así, egoístas. Tú
lo has dicho, ella nunca ha cuajado este estilo de vida,
pero tus padres no se opusieron que fuese a vivir en su
casa ¿dónde estaban sus abuelos? Los cuatro
vivían en aquella época, pasaron de ella porque
cada matrimonio echaba la culpa al otro de la desgracia
y nunca más supo de ellos, ¿y sus tíos?
Dijeron que ya tenían demasiados hijos y que no podían
cuidar de nadie más, se tiene que acordar de la grandeza
y bondad de tu familia, amigo, en fin… si quieres
descansa esta semana, piensa qué hacer con tu vida,
cómo protagonizar los siguientes meses sin un puto
euro en el bolsillo o poder ayudar a tu familia.
- ¡No me hagas chantaje emocional! Estoy jodido, Montse
por una parte tiene razón, sé que hago mal,
pero por otra, nadie me da trabajo.
|
-
Amigo, eres un azur de infinitas dudas, en el fondo de la
variedad te comprendo. La semana que viene ven a verme y volveremos
hablar, espero que tengas una decisión tomada, comprende
que algo así lo hago por nuestra amistad, con otro
jamás actuaría así, entiende que si se
lo haces a otro la historia no acabaría de rositas.
Tienes que tener una respuesta, sino ambos perderemos dinero,
descansa y tranquilízate. |
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