Te amé paso a paso,
encendí una palmatoria entre tus párpados,
recorrí, beso a beso,
la memoria de tus labios,
reposé en tus pechos mi atávico cansancio,
fui en ellos abeja entre jazmines,
en tu vientre fui veleta de todos los vientos,
rompiente donde gimen las olas,
y en tu sexo...
celebré el sacrificio eterno de los sueños.
Cuando todo se consumó,
en tus ojos brotó la palabra.
con ese tono cálido
con que la paz desgrana los conceptos,
y me pediste que mi espera fuera eterna,
hasta que de nuevo encontraras un lucero.
Y yo te amé desde ese instante,
dejé mi corazón entre las flores
y mis venas abiertas
a la brisa de los amaneceres
y mis oídos atentos
al susurro de todos los vientos,
cuando paso a paso
van dejando trazos de lo eterno.