Sobre baldosas que recubren
un misterio,
como tesoros ya olvidados
-atrapados en una red
de neuronas y de migrañas
su cuerpo recorre el mismo camino
con la silla de playa en la cabeza,
con miedo de que el cielo
se le caiga encima.
Enterró con sus dedos
la primera colilla,
tembló su voz al ver la lluvia.
Por favor… continúa.
O no es cierto que los males de este mundo
se superarán con amor.
Decían: los males del mundo y tus propios males.
¿Me estás oyendo?¿Entiendes lo
que te digo?
Se escuchó desde el otro lado
un profundo y relajado susurro.
Pero estas terribles historias
mejoran la fe de la muchedumbre,
limpian su espíritu de malos deseos
y les ayuda a cumplir con los ritos.
Como el dulce sonido que se escucha
si el viento armoniza los caños
o como el ruido tenebroso
que hace que los niños cierren los ojos
y se tapen sus orejas con fuerza,
son relatos llenos de polvo,
un trozo de nuestra consciencia,
o rumores que se van extendiendo
afincados en el corazón de las personas.
Entonces se abrieron los cofres de oro