PASO
EL VERANO, PASO Y SE OLVIDÓ |
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Hoy los tilos se han vuelto
por completo amarillos, de un color
que desde que era niño se repite:
en los cuadernos de marzo, en las calles
heridas por mis pasos,
y también en los follajes del alma:
hoy amarillo, mañana dorado,
pasado almazarrón —ya habrían de llegar
otras tardes con su endeble alegría—.
Árbol de luz, árbol de gracia,
mejor adornado que con púrpura regia…
Pasó el verano, pasó y se olvidó.
Y de nuevo la boca
quedó llena de grava.
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