Los mástiles lucen al fin banderas de república,
tras un alud de amaneceres rotos.
Quise hablarte en voz alta pero estabas sordo,
quise darte la mano pero tenías puños,
después quise mirarte pero había perdido mis retinas.
Menos mal que tu ausencia iba a ser un minuto.
Quise decirte: ahora, pero se borró el tiempo,
quise andar a tu lado pero no coincidieron nuestros pasos.
Menos mal que la lluvia ácida sólo cayó un momento.
Quise dormir tranquila pero tus gritos no me dejaron,
quise romper la noche pero estaba hecha trizas.
Menos mal que la luna está en cuarto creciente
Para las mujeres que sufren la violencia de quien no
sabe usar
la razón.