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Eres como el presagio
que llega sin aviso
entraste a mi corazón así, sin pedir permiso
y comencé a enamorarme, te veía en mis sueños,
tan lúcido y radiante.
Y fue tu mirada blasfema y muda
la que despertó mi corazón que yacía
dormido
envolviste mi alma en el místico deseo de amar con
elocuencia.
Y me enseñaste a armar, como si fuera una niña,
deshojando mi flor, para llevarme al clamoroso suspiro que
del alma emerge, de un amor que se desborda.
Soy cómo mariposa en primavera, en los trigales de
tu encanto, arrebatando miradas resplandecientes y cristalinas
de mis pupilas alucinadas.
Te miro recorrer, cada poro de mi espiga arqueada color canela,
indelebles recuerdos de inolvidables momentos.
Y así te fui amando en el hastío de mi vida
dónde el júbilo cubría las sonrisas en
mi rostro.
Eres el aire que respiro, si tú te fueras, este mundo
ya no sería mío.
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