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Dedicado
a todos los padres del mundo
En su día universal.
¡Señor, señor! ¿Dónde
está el camino que va para cielo?
— ¡No lo sé querido amigo! — Le respondió
el caballero.
— ¿Para qué quieres ir al cielo? —Le
preguntó con esmero.
— Es que mi padre se fue para allá, por ese azul
arroyuelo.
El hombre se quedó mirando, al despistado mozuelo,
le seguía la corriente, creyendo que era una broma,
pero al mirar que en sus ojos, una lágrima se asoma
lo que antes fue su alegría, pronto rodó por
el suelo.
Su rostro se quedó sombrío, era como una bofetada,
que se le clavó en el alma, su interior estremeciendo,
le hizo varias preguntas, su inquisición fue creciendo,
intuyendo en el pequeño, por qué su triste mirada.
—Quisiera ir hasta el cielo, pero mi mamá queda
sola,
tengo una carta para mi padre y no conozco el correo,
pienso me encuentro perdido y a mi padre aún no lo
veo,
yo estoy muy lejos de mi casa, y de mi amiga la Lola.
El buen hombre dijo al niño: — ve a tu casa mi
pequeño
aquella carta para tu padre, hoy mismo yo se la entrego…
— Gracias mi querido amigo, por escuchar este ruego,
gran hombre de grandes alas, has hecho real mi sueño.
Fue su Ángel de la Guarda, que atendió a su
niño bueno,
el que buscaba a su padre, indagando el camino al cielo ,
que quería estar junto a él, para hacer realidad
su anhelo,
cruzando el inmenso espacio, con un sentimiento ameno.
El ángel al llegar al paraíso, rápido
cumplió el encargo,
el destinatario, abrió aquella carta y leyó
su contenido,
eran unas letras chuecas, de su hijo hermoso y querido,
de aquel bello parvulito, que despertó de un letargo.
El alma leyó la carta, llena de amor y miles de garabatos,
eran letras ilegibles, pero llenas de ternura que decían
así:
te amo padre querido, te necesito, muy solo me quedé
aquí,
con mamá, con el perro Pirulín, con la gata
Paca y sus gatos.
Vuelve a mí mi padre amado, hasta mamá y a tu
casa,
vuelve mi padre querido, me siento más solo que nunca,
sin tu amor y tu presencia, mi vida ha quedado trunca,
me haces falta, la tarde está oscura y la lluvia no
pasa.
Si tu tardas en volver, yo quiero estar contigo en el cielo,
llevaré mi vieja pelota, mi zapatos, los libros y cuadernos,
mi mochila gris, a la chiva Panchita de afilados cuernos,
al ratón Federico, iremos en las nubes y su blancura
de hielo.
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