La bala que me roza es casi bella
cieguecita persigue mi labranza
y es tan pobre que a tocar nunca alcanza
el crimen sigiloso de su estrella.
Necesito saber si en nueva usanza
entre díscola doctrina incompleta
el anfitrión retira su careta
y muestra, con el lobo, semejanza.
Si quieren mi osadía más discreta
les diré que produce desconfianza
aquel señor que oculta su faceta
tras sonrisa compartida en bonanza
con las hienas vestidas de etiqueta
y fiscal paraíso como lanza.