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La
linealidad de los días dibuja
un esquema inacabado.
Horas instaladas en un tiempo difuso.
Existe una prolongación absurda de lo cotidiano.
La sorpresa hace tiempo que escapó sin dejar huella.
La confusión se convierte en cotidianeidad.
Vivo en un mundo falsificado.
Cuento segundos fugaces.
Segundos perdidos.
Segundos ahogados en una taza de té.
El aburrimiento me abruma.
Me provoca sueño en cada esquina.
Reconozco mi soledad, sequía.
Y contemplo como se alejan, irremediablemente,
los bellos recuerdos de las tardes anónimas.
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