En qué lengua,
en qué infancia que no es nuestra niñez
se dice la renuncia.
Nadie sabe qué guerra ha comenzado
y está vacía la casa de la infancia.
Queda el don.
Permanece la ofrenda
de unas manos vacías,
el rito que se ignora
en el dolor del hueco.
En tus manos
está abierta la casa
vacía de la infancia.
Deja que nos cobije su intemperie.
Este
poema pertenece al libro "Fragmentos de un cantar de gesta"