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Crece; la impostura que reviste
el sentimiento prestado al poeta;
reflejo de un instante de armonía,
pero que no es su sentir,
… y lo lamento.
Más yo,…
como el viejo marinero
que arrastra soledades serenas,
alianza acunada por embates
de aguas bravías que salan,
los surcos de su cara enjuta,
sostengo; la pipa humeante
entre los labios abrasados,
testigo de esa mar que mece;
nostalgias marchitas, ondulantes,
en el anochecer retirado
de un recuerdo,
… que suplanto.
Con la vista perdida, allá;
en el horizonte quimérico,
entre mares de un sentir farsante,
que envuelve la piel del cantor
hasta abrigar, ese sentir marinero.
Empatía feroz de llantos forasteros,
… lloro;
es cierto que lloro.
Aquí, entre la triste sinfonía
de violines divinos, antiguos,
que conducen quejosos mi vil arrojo;
a las almas errantes
en su angosto caminar,
… imploro
¡Perdón,
por el sentimiento!
Sentimiento de semejantes;
marinero y poeta, poeta cantor,
unidos por el hilo invisible de la vida,
que golpea creciente,
corazones, solo corazones
que sienten lo mismo.
Y me arrastro entre barros
de pimienta y de sal,
por no sentirlo el primero,
por hundirme, luego;
en su fuego y su verdad.
Sentir, de un concebir marinero.
¡Pobre poeta, pobre
embustero!
Mal actor que encarna,
todos los sentires del alma.
Marinero de letras
marinero, que compartes tu sendero
en esta mar blanca,
papel hecho poema.
¡Papel, cuánto aguantas!
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