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ARCANO MUNDO
          Los días
              de las gloriosas epopeyas
                          han pasado:

          ya no veremos
                  levantarse
                        el humo de las antorchas

          al pie
              de las
                  escalinatas
                        de los
                            templos

          ni las ninfas de blancas túnicas
                        ceñidas a la cintura

          venir
            descalzas y bronceadas
                        a ofrecernos

          una copa de vino
                  –para siempre
                          sonrientes

          en sus ánforas de barro–
                      vino y agua,

          flores y uvas
                en sus cestos de mimbre.

          Las nubes
                cubren ya las cumbres
                          de los montes...

          ...en los valles
                ningún fornido brazo

          detiene ya las lanzas con su escudo
                          ni conduce

          la yunta de bueyes por la huella. De aquellos fieros guerreros
          de piernas y brazos
                    musculosos
                          en épocas de paz

          ya no se distinguen las bellas doncellas
          delicadas
                y jóvenes
                      y alegres.
                            Son un puñado

          de tierra quebradiza que se escapa entre los dedos.
          La espada oxidada,
          los escudos abollados,
          los hilos
              podridos
                  de la ropa

          entre trozos de vasijas
                    rotas.

          Ya los tiempos de la fama
                      han vuelto

          la cara
              hacia la bruma del Olimpo. Solo el almendro
          blanco de flores florece en las faldas de las colinas.
          Ha pasado la edad
                  en que la cabeza

          de la de Samotracia
                    soñaba
                        tiempos hermosos, años

          en los que
              las manos de la de Milo acariciaban
          los torsos
              apolíneos
          de gloriosos
          guerreros.
          El ánfora reseca,
                  la cesta destejida.

          Los grandes poemas
          no cantan ya las hazañas de los terribles aquélidas
          sino los horrores de las máquinas de guerra.
          No son
              ya el descanso del guerrero en medio de la batalla

          sino la ira del tirano,
                    los higos podridos,
                            las flores marchitas

          en el polvo gris de la aridez
                      de las piedras y escorpiones.

          Unas gárgolas sarcásticas
                      ya ríen

          desde lo alto
                de los muros de la Edad de Piedra

          escupiéndonos el agua
                    aún más sucia
                          que la lluvia del Cielo.

          Porque ya han vuelto los tiempos
          otra vez, oh señores
                    de la guerra,

          en que es más rentable construír
          edificios sólidos que resisten el paso de los neutrones
          no de los hombres,
          mis poemas ahora prefieren soñar
                          con la cabeza

          de la Victoria
          de Samotracia
                  que acariciar con la mano

          de una Venus como de Milo
                      el torso, femenino casi,

          de estos jóvenes guerreros.
Poemas de Antonio Cillóniz
Sinfonía del nuevo mundo ~ : ~ Arcano mundo


Página publicada por: José Antonio Hervás Contreras