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CANTO A LA TIERRA HERIDA
    A Antón Castro


    Este canto que yo canto quiere denunciar
    el día a día de nuestra desidia,
    de nuestro olvido por ti, tierra herida,
    casa común de todos querida tierra
    y amada agua que nos das vida.
    Qué sed de vergüenza que por nosotros
    estás herida y por nosotros
    estás por estar que ardes.
    Contaminas aguas dulces y saladas, qué más da;
    toda tú manchada por nuestros desperdicios
    y basuras. Qué bien, aumentamos nuestros residuos
    y tú te fastidias, que para eso eres de todos.
    Incrementamos la desertización. Talamos bosques y tú, ¡te fastidias!,
    que para eso sigues siendo de todos, mientras dures.
    ¡Qué más da! Seguro que vives mis años y algunos más.
    Que sí, que te entiendo, que a más ricos más basura
    y qué, tú lo aguantas todo hasta que te canses;
    pero, vivirás más que nosotros. Los que vengan
    atrás que se fastidien con “j”. Que sí, que estás
    hasta las narices, que ni ilusiones ni sueños.
    Que no te queda nada tierra, ni bosque ni agua siquiera limpia:
    cristalina agua con la que refrescar tus labios sedientos.
    Y nos gritas y no callas, y no nos damos cuenta:
    si sobrevivimos moriremos, paradoja tremenda ¿no?
    O logramos el equilibrio ecológico o nos vamos al desierto.
    Allí nos devoraremos con los restos de tus restos.
    Restos que no explicarán que de vergel pasaste a erial,
    que de ribera a secano, que de río a cauce seco,
    y de viña a era. Era todo tan verde... Tan verde,
    decían nuestros padres. Y los niños aprenderán,
    entre polvo, piedras y dudas, que un día
    fue la tierra y el agua, quien con su vida dio la vida
    y fue nuestra muerte.
    Pero llegó el petróleo y su gestión
    trajo contaminación del cielo,
    de las aguas, del subsuelo,
    y las especies se perdieron y sus casas con ellas.
    Y no podrán saber el qué de un climático cambio.
    Ni podrán saber el qué de urbes tráfico.
    Ni de urbes basura, ni de urbes neón a tope.
    Sólo sabrán de desertización y sequía;
    pero nosotros ya no viviremos. Tu tierra aguantarás
    un poco más que nosotros. Y nuestros hijos,
    ¡ah, nuestros hijos!, qué nos importan ellos
    si nosotros ya no vivimos. ¡Allá ellos!
    Este canto que yo canto. Es un canto
    a la tierra y al agua para gritar
    que ya no nos queda nada,
    y que la protección de la tierra y de sus recursos
    es de incumbencia de todos, no sólo
    de los políticos y su gestión.
    Que no queremos desierto, que no.
    Este canto que yo canto
    es un canto de lucha
    por la tierra y su mar.
    Pues, tu vida que yo sepa
    es límite de amor:
    es habitar en la lucha
    a la luz de tu dolor.

Selección de poemas de © Enrique Villagrasa González, cedidos por cortesía del autor, para la revista mis Repoelas:






Canto a la tierra herida


Miedo al miedo


 


Página publicada por: José Antonio Hervás Contreras